En un esfuerzo de simplificar mis decisiones, cada vez cuando es mi turno a actuar, ensayo a correr por los mismos apuntes en mi cabeza:
¿Mis oponentes juegan de una manera conservadora, agresiva o con cuidado?
¿Qué son unas de las manos de mis oponentes?
¿Qué piensan mis oponentes lo que tengo yo?
Tengo la respuesta a la primera pregunta y me siento lleno de confianza de la cantidad de respuestas para las segundas y terceras preguntas y paso por las preguntas más importantes:
¿Tengo que apostar o aumentar?
Si pienso que tengo la mejor mano, casi siempre respondo “Sí” y apuesto o aumento.
Si pienso que puedo forzar oponentes débiles a dejar el juego con esta apuesta o con apuestas próximas, casi siempre respondo “Si” y apuesto o aumento.
Si no pienso que apostar o aumentar es la correcta decisión, paso por la última pregunta:
¿Tengo que comprobar (o abandonar)?
Si pienso que tengo la peor mano, casi siempre respondo “Si” y compruebo o lo abandono.
Si pienso que mis oponentes son fuertes, casi siempre respondo “Si” y compruebo o abandono.
Después de un análisis cuidadoso, si no estoy seguro si tengo que aumentar y no estoy seguro si tengo que abandonar, estoy lleno de confianza que una llamada de una apuesta (o comprobar) es correcto.
Me parece que aun en situaciones evidentes y con mis apuntes, muchas veces encuentro oportunidades que los otros jugadores no saben.
Poniendo la pregunta de “aumentar” antes de las preguntas de “abandonar” y “llamar”, aseguro que estoy jugando un póquer agresivo y con éxito.
Ensaye usar estos apuntes la próxima vez en la mesa y va a ver que simplifica a forzar sus oponentes a hacer decisones más complicadas.
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